lunes, 26 de junio de 2017

Artículo 2° (o Los veré en el infierno...)




         

             Últimamente, escribo mucho sobre docencia y educación, y ya son muchas las ocasiones en las que se abre una posible discusión que siempre es postergada: el sostenimiento de las escuelas privadas (confesionales, católicas) en la República Argentina.
            En épocas de escasez, en las que se niega a los docentes las condiciones materiales mínimas para subsistir dignamente, cabe preguntarse por los subsidios y convenios que tienen las escuelas católicas.
           
Es que el Artículo 2° de la Constitución Nacional es claro:

“… El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano…”

 Hay bibliotecas enteras acerca de la libertad de cultos en el país y está más o menos claro que el verbo sostener se refiere a que el estado va a destinar dinero (guita, mosqueta, tela, biyuya) de los impuestos que pagan católicos, judíos, musulmanes, protestantes, budistas y ateos (sin olvidar la iglesia maradoniana) para privilegiar determinada creencia sobre otras, ya sea manteniendo las iglesias en sí o las escuelas católicas (o instituciones anexas como Cáritas).

Alguno me dirá: - Pero bueno, esto siempre fue así y siempre va a ser así, no va a cambiar por más que escribas y protestes, por más que tengas razón…
A esto respondo que hace treinta años era impensable que dos señores (o señoras) se pudieran casar, o peor aún, que un señor decidiera que su identidad es la de una señora, y por lo tanto cambie su género y su nombre para la ley argentina. Se ha avanzado y mucho.

Pero el paso siguiente, a mi juicio, es que ya no haya mención alguna a ninguna religión en nuestra Constitución. Esto va a contramano de los tiempos, en el nuevo código civil se contempla una especie de personería jurídica automática por defecto para la iglesia católica (es lo que entendí, si está mal que algún abogado con onda me corrija en los comentarios). De todos modos sí entendí que la iglesia tiene más prerrogativas y ventajas, no menos.
Así que los hados parecen estar en contra… eso no quita que alguien (algunos, no soy el único, obviamente) empiecen a susurrar, o a murmurar, no se qué verbo es el indicado en este caso:

“… Habría que derogar el Artículo 2°… “

Sí, modificar la Constitución es costoso, requiere grandes ingenios políticos, movilizaciones, acuerdos y quizás asesinar al Papa (que por desgracia es argentino). Pero costoso o muy difícil no equivale a imposible. O por lo menos no es imposible algo mucho más modesto, comenzar a reflexionar sobre el tema…

¿Por qué yo, como ateo, debería pagar las iglesias católicas y su mantenimiento?
¿Por qué deberíamos pagarles las escuelas de monjas y los conventos, con bolsos o sin bolsos?
¿Y los sueldos de los curas?

Pero el sostenimiento, además de material es simbólico. Siguen los porqués…

¿Por qué soportar la pederastía y la pedofilia intrínseca al catolicismo?
¿Por qué no podemos contar con una ley que permita el aborto legal, seguro y gratuito?
¿Por qué desde el Estado sostener y fomentar una religión machista, que no permite que las mujeres sean obispos o papas?
¿Por qué es pecado usar forro o tomarse la pastilla? 
¿Por qué el 25 de mayo me encajan el tedéum por televisión?

No quiero seguir más. Soy ateo (de los relativamente respetuosos) y realmente estoy cansado de  curas que por creerse una fábula y por relaciones históricas y de poder piensan (creen) que de algún modo son superiores al resto, y que saben algo que los demás no sabemos. En el caso de los ateos, la respuesta más común a las preguntas fundamentales suele ser “no se”. No se si hay un dios (como buen ateo, no lo creo, pero creer y saber no es lo mismo, es más, nadie sabe si hay un dios o no), tampoco se qué hay después de la muerte ni antes de la vida (parece ser que nada, pero no se). 

Según mi modesto juicio todos los problemas, pasados, presentes y futuros que ocurren o pudieran ocurrir en el mundo son problemas entre humanos, resolubles o no, por la razón o por la fuerza, entre humanos. No hay nada sobrenatural en el mundo. No existe algo así como una guerra religiosa. Son guerras y conflictos entre humanos que responden a intereses humanos (por lo general, materiales). Finalmente, nadie con sotana, turbante, kipá o lo que sea es superior ética o moralmente a mí, o a cualquier otro humano.

En este contexto, no me parece que un estado deba sostener una creencia. Sí la libertad de cultos en general, no una creencia en particular. La vocecita susurra…

“… Habría que derogar el Artículo 2°… “

Quedaría mucho mejor y más monono algo así como “… El Estado Argentino es laico y no sostiene ningún culto en particular…”. Solo con eso, dejaríamos de mantener a los curas, muchos de ellos pedófilos con pollera y podríamos dedicar ese dinero a otra cosa (disminuir la pobreza, educación o salud digo yo, que el estado está para eso).

No va a ser fácil. Atravesamos épocas de inmediatez electoral, aunque desde ya que cualquier partido que proponga la derogación del Artículo 2° cuenta con mi voto.

Para terminar, como escribe la gente de CAEL (Coalición Argentina por un Estado Laico):

Respeto tus creencias pero pagátelas vos.

Es todo.
 


            PD: se avecina San Cayetano, típico ejemplo de cómo humanos tratan de resolver sus problemas (laborales) humanos invocando o pidiéndole vaya a saber uno qué cosa a un pedazo de cera en lugar de organizarse políticamente y realizar una revolución, o más modestamente, actualizar su currículum o estudiar inglés… Se, ya se, me fui al carajo…
           

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